Artículo Diario de Ávila 6-VII-2019
Banderas de nuestros padres… Ese es el tema que abordaremos hoy:
Tal vez usted no se ha percatado: en este 2019, se cumplen 80 años del final de la Guerra Civil Española.
Tal vez no lo haya hecho porque vive el momento. Carpe diem.
Fue aquella una contienda fratricida, devastadora, que dejó más de medio millón de muertos y destrozó miles de hogares.
Pero fue algo más: la semilla que mayor inquina sembró en un país, el nuestro.
Si se fijan, la mayor parte de los manuales de referencia sobre nuestra Historia están escritos por extranjeros, europeos fundamentalmente.
Tal vez de ahí vengan algunos de nuestros males: lo que se ha contado de España ha venido dictado desde fuera de nuestras fronteras. Parte interesada.
Así somos: conformistas hasta para eso.
Miremos donde miremos, hay poquitos sitios en el mundo donde su gente tenga algún reparo en lucir su bandera, o dificultades casi biliares por enunciar su nombre, cantar el himno…
Y, además, aquí tenemos un problema territorial global por una pésima gestión de los recursos y el mimo permanente a quien no quiere estar alineado con el país.

No parece lógico, a estas alturas de la película, que haya que vivir en un ying-yang español permanente.
Pero ocurre con España como con aquellos partidos que disputaban nuestros combinados nacionales hace décadas, en las eurocopas y los mundiales, contra Yugoslavia.
Daba igual la disciplina deportiva de la que se tratara, en aquellos encuentros en los que siempre se perdía la señal televisiva, siempre salíamos escaldados.
Entonces sabías, de buena tinta, que algo saldría mal. Y, ya lo digo: daba igual que fuera fútbol, baloncesto o petanca. Sucumbíamos fijo.
Ese pesimismo hispano, derivado de años, incluso siglos precedentes -nuestra geografía siempre ha sido codiciada-, ha tenido sus picos y valles.
Los antitodo (tóxicos, los llaman ahora) cargan últimamente con especial ánimo contra lo que huela a Iglesia, por poner un ejemplo.
Pero cuando les citan la labor de Cáritas tuercen el gesto.
En mi casa, mi madre decía aquello de escuchar sólo lo que nos interesa.
Yo lo veo más como el permanente e hipócrita ejercicio de nuestros particulares intereses. En muchas ocasiones a esta díscola población que somos, prácticamente, se nos borró del mapa siendo oriundos del terreno.
Algo no cuadra. Banderas de nuestros padres
Ahora, la Historia mola más contarla si los opresores éramos nosotros. Algo no cuadra, ¿verdad?
Porque, pese a los muchos errores cometidos, también nos han dado para el pelo. Y muchas veces.
De manera que, viendo cómo viven los norteamericanos -exagerados para casi todo- su 4th of july, uno piensa que llegará algún día en el que aquí nos daremos cuenta de eso de lo que se han percatado los millones de españoles empujados al extranjero por la crisis: ¡como en España no se vive en ninguna parte!
No pido chovinismo, pido racionalidad.
Habrá quien siga comprando ese discurso cuasienfermizo que defienden, interesadamente, ciertas formaciones políticas, de un ala y del otro.
Pero la ciudadanía, que es sabia y soberana (las más de las veces), sabe separar el trigo de la paja.
Convendría ir obviando ciertos extremos que tanto daño hacen y al final resultan completamente estériles.
Ya me entienden.
Leer más artículos en medios de comunicación de Chemartaco, como Banderas de nuestros padres, en la web que pretende hacerte un poco más ameno el día a partir de opinión, pero también resolviendo esas dudas que te asaltan cuando menos te lo esperas. Esta serie corresponde a mi colaboración, desde 2013 en el periódico Diario de Ávila, perteneciente al grupo de comunicación Promecal.
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